Madrugada de insomnio y ausencia

Acuérdate de mí
cuando sobre el vacío
abras tu paracaídas
y a mí me dejes caer
por el precipicio de tu ausencia.

Volarás sobre el cielo con mis besos,
y después los abandonarás a su suerte,
como las estrellas del cielo
que ya nadie reconoce.

Sé que va a doler,
pero solo quiero equivocarme
y confundir la luna con tu cintura y dormir ahí
agazapada donde el cielo acaba
mientras el infierno nos hiela los pies.

Te prometo que te odiaré con todo mi amor,
si tú me regalas dos guiños más
y una media sonrisa.

Desenamoremos nuestros besos,
para que no quemen tanto cuando te marches.

Pero esta noche no,
esta noche deja que el cielo de tu boca
me resulte el paraíso inalcanzable,
que la luna quede
en un segundo plano si sonríes.

Que yo robaré para ti las estrellas
y las esparciré sobre tu piel desnuda
para que cuando abras tu paracaídas
justo antes de caer al vacío,
yo te siga confundiendo
con una estrella fugaz.

Y en ese momento
en el que salte al precipicio de tu cuello
solo pueda susurrarte
un ojalá maltrecho por la caída… Y un te esperaré.
¡Siempre!

Aíram

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