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Leerte

Te leo, tal y como me dijiste, te leo día a día, en cada uno de mis versos creados y en los otros dedicados.
Te leo furiosa y perversamente, llena de lujuria y deseo.
Te leo cuando me haces verso y beso, cuando decides odiarme por no poder poseerme, te leo risueñamente cómplice de mís letras cuando conviertes nuestros encuentros en capítulos completos que a otros hacen fantasear.
Me haces Diosa, niña, mujer, amante y esclava de tus fantasias, inalcanzable e insaciable, fría y tormenta solar.
Me convertiste en dama, mujer perversa, mujer ajena, que moja y lame, que toca y endurece, que frota y estalla.
Me convertiste en Universo en ebullición, a ratos tan tuya y a veces impalpable.
Al escribirte me leo, veo parte de mi en ti.
Y me ensueño, me toco, me pervierto y transformo mi humedad en un río de gemidos, mís líneas son mis curvas, mí gramática tu lienzo, me escribes y describes pero siempre soy más, siempre más y yo me hago real y te lo muestro tal cual, con total libertad, y te encanta mirarme, tan tuya y tan arte que siempre vuelves por más.

¿Recuerdas el día que dije que no me hicieras musa?
Recuerdo que comentaste que yo no era tal,
porque ellas tienen plazo fijo de muerte, porque ellas siempre se van y dan paso para otras musas más llegar.
Pero yo, soy música escrita por esta compositora y artesana y soy una obra maestra y aunque yo muera, o tú me dejes por siempre, viviré.

Te espero ésta como tantos días para que dejes las letras de lado y me hagas sentir una hembra y obra real con tu mirada o entre tus manos.

Aíram

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